Pocas edades hay más creativas que las que tienen nuestros tres protagonistas de hoy, bastaba con darles un prado infinito que explorar para correr mil y una aventuras juntos, con una sana pausa para la merienda por supuesto.

Éste es un ejemplo perfecto de lo que puede dar de si una sesión de familia alejada de poses e ideas preconcebidas. Dejar que los niños sean niños acaba recompensándonos con unas imágenes que guardarán para siempre y ganarán en valor conforme vayan creciendo. Gracias a una mamá muy concienciada estos chicos van a poder disfrutar de unas fotos que reflejan perfectamente la infancia feliz que han vivido. ¡Envidia sana!